miércoles, 19 de noviembre de 2014

SUELO: ¿MATERIAL INERTE U ORGANISMO VIVO?

SUELO: ¿MATERIAL INERTE U ORGANISMO VIVO?

Valentín Vásquez
Docente del Instituto Tecnológico de Valle de Oaxaca

  1. Introducción
Como toda ciencia su desarrollo responde a las necesidades de la producción. En el caso particular de la Edafología, Dokuchaev (1886), sienta sus bases científicas en Rusia a fines del siglo XIX, por las exigencias de la producción agropecuaria y forestal, así como por la demanda de su desarrollo industrial. Específicamente, define al suelo como un cuerpo natural complejo, producto de la combinación de cinco factores de formación: material parental (roca), clima, organismos vivos, tiempo y relieve. Esta concepción se mantiene, todavía hoy ampliamente difundida y los avances en las investigaciones modernas de los suelos, no han contribuido a un salto cualitativo en el entendimiento de la naturaleza del suelo. Por el contrario, y debido a la degradación física, química y biológica del recurso suelo, derivado de su explotación irracional, durante los últimos 100 años, pero más particularmente, después de los años 40 del siglo pasado, cuando se aplicaron paquetes tecnológicos desarrollados por la “Revolución Verde”.

Ante el deterioro de los recursos naturales, específicamente del suelo, en los años 70 del siglo XX, apareció la Agroecología como una alternativa promotora del aprovechamiento racional de dichos recursos.

Con la Agroecología, surge una nueva concepción del suelo; ahora, se entiende como un ecosistema. En este sentido, se define como un ecosistema; es decir, como una comunidad de organismos vivos que interaccionan entre sí y con su medio ambiente.

Del tipo de concepción del suelo, dependen las estrategias de su manejo y conservación. Si se entiende como un cuerpo natural inerte –forma degradada de la visión de Dokuchaev-, se derivan, en su gran mayoría, como hasta, hoy, en la agricultura convencional, prácticas irracionales que han devastado al recurso suelo; y, en el ámbito educativo, sobretodo en Europa y particularmente en España, en la Universidad de Almería, se impartan posgrados en agricultura sin suelo. Si por el contrario, se comparte, la visión agroecológica del suelo, como un organismo vivo, las estrategias de su conservación y restauración estarán orientadas al cuidado de las comunidades biológicas.


  1. Marco teórico
Es evidente que los principios científicos de la Edafología como ciencia, los estableció Dokuchaev en 1886, como lo prueba, la definición del suelo como: “Las formaciones superficiales minerales y orgánicas, más o menos coloreadas por el humus, que constantemente se manifiestan ellas mismas como resultado de la actividad combinada de los siguientes agentes: clima, organismos vivos y muertos (plantas y animales), material originario y tiempo”.

Se trata de una verdad abstracta muy general, pero válida, que trazaba el principio de un rumbo que debían seguir las investigaciones edafológicas, para concluir en la verdad concreta del suelo. Sin embargo, en lugar de avanzar, la verdad abstracta, se inmovilizó y se fijó como una definición simplista del suelo como, un cuerpo natural con expresión variable en el espacio y en el tiempo.

No se entendió la dialéctica del movimiento del conocimiento de la verdad abstracta, a la verdad concreta; que el conocimiento en su dimensión temporal se mueve, de la verdad relativa a la verdad absoluta. Con otras palabras, la verdad concreta y la verdad absoluta, son la suma de verdades abstractas y verdades relativas, respectivamente.

Por otro lado, tampoco se comprendió, que el conocimiento científico, se mueve de la apariencia sensible de la diversidad de suelos, a la esencia de los mismos. En lugar de avanzar de la apariencia a la esencia, se retrocede en la concepción de Dokuchaev, al definir al suelo como un cuerpo natural, tridimensional, que no supera el ámbito de la sensibilidad accesible al sentido común.

  1. Concepción tradicional del suelo
Bohn, Mcneal y O´ Connor (1993), opinan que el suelo es una mezcla de sólidos orgánicos e inorgánicos, aire, agua y microorganismos. Todas estas fases influyen entre sí: las reacciones de los sólidos afectan la calidad del aire y del agua, éstos desgastan los sólidos y los microorganismos catalizan muchas de estas reacciones.

Foth y Turk (1981), definen al suelo como la capa suelta de la Tierra que se distingue de la roca sólida.

Ortiz Villanueva y Ortiz Solorio (1990), comentan que el suelo, en su significado tradicional, se considera como el medio natural para el desarrollo de las plantas y está limitado en profundidad hasta donde penetran las raíces.

FitzPatrick (1996), explica que comúnmente se piensa que los suelos son la capa superficial de la corteza terrestre, con un espesor de pocos centímetros y donde se desarrollan las raíces de las plantas o cultivos. Esta visión es limitada y se enfoca sólo a la capacidad productiva del suelo. En primera instancia, a los suelos se les debe considerar un fenómeno natural y parte del ambiente.

Porta, López y Roquero (1999), definen al suelo como un cuerpo natural tridimensional, y como parte de un ecosistema.

Honorato (2000), define al suelo como un cuerpo natural, tridimensional, que ocupa un lugar en el espacio, producto de la transformación del material parental, a través de procesos destructivos y de síntesis, provocados por una determinada combinación de factores ambientales que se expresan en un perfil con horizontes y/o estratos.

Navarro (2000), explica que el término suelo, deriva del latín solum y significa pisopuede definirse como la capa superior de la Tierra que se distingue de la roca sólida y en dónde las plantas crecen.

Plaster (2000), define al suelo como una capa de material de soporte de vida muy delgada y a menudo frágil.

González (2007), específica que el fundador de la Edafología moderna es Dokuchaev   que en 1886, define al suelo como: “un cuerpo independiente, ubicado en la parte superficial de las rocas, diferente de la roca madre que, de un modo natural ha experimentado cambios bajo la acción compleja del agua, aire y diferentes clases de organismos vivos y muertos, clima y  relieve”.

Las investigaciones de Dokuchaev y su equipo, establecieron la definición del suelo como cuerpo natural y de la Edafología como Ciencia en el esquema de los fenómenos naturales.  Estas ideas se propagaron entre los círculos científicos de la época, y hallaron aceptación general. Los trabajos de Dokuchaev tienen tres ideas fundamentales:

   1.- El suelo es un sistema natural, independiente y variable. Necesita métodos de estudio propios y una terminología específica que es elaborada por el mismo Dokuchaev y sus colaboradores, en especial por Nicolai Sibirtsev.

   2. – Existe una interdependencia entre los fenómenos que originan los suelos, lo que supone una visión global de la cuestión, no considerada hasta entonces.

   3. – Aprecia la zonalidad de los suelos, idea esencial de la Edafología  madurada por el autor en sus últimas expediciones y publicaciones (1898-1900).  Este concepto surge de forma lógica al considerar al suelo como un cuerpo natural en relación con factores naturales, y por tanto con regiones bioclimáticas.

  1. Concepción agroecológica del suelo
Lampkin (1998), en su obra: Agricultura ecológica, en el capítulo 2 denominado: el suelo vivo, considera que el punto de partida para crear un suelo sano habría de ser el romper con la idea de que el suelo es únicamente un medio de cultivo para las plantas, un lugar donde los cultivos pueden afianzar sus raíces y tomar los nutrimentos que necesitan mientras el saco de fertilizante los alimenta. Todo el mundo conoce la posibilidad de obtener grandes cosechas de determinados cultivos de modo hidropónico, sin la utilización de suelo, en la medida en que todos los nutrientes necesarios se aportan de una manera asimilable por la planta cultivada. Pero el suelo no sólo proporciona el lugar más apropiado para que se desarrolle el alimento que necesitamos, es mucho más que una simple mezcla de piedras y partículas minerales con mayor o menor cantidad de materia orgánica. El suelo es un ente vivo, un ecosistema que contiene una gran variedad de especies animales y vegetales que cumplen una multitud de funciones.

Los principales componentes del ecosistema edáfico se pueden clasificar en organismos vivos, minerales, materia orgánica, agua y aire.

Gliessman (2002), describe al suelo como un complejo, viviente, cambiante y componente dinámico del agro ecosistema. Sin embargo, más adelante, añade, que la palabra suelo, en el sentido más amplio, se refiere a la porción de la corteza terrestre donde las plantas están sostenidas; esto incluye todo. Más específicamente, es la capa superficial intemperizada de la Tierra que está mezclada con organismos vivientes y los productos de su actividad metabólica y de su descomposición. Los suelos incluyen material derivado de las rocas, substancia orgánicas e inorgánicas derivadas de organismos vivientes, aire y agua que ocupan los espacios entre las partículas del suelo.

En artículo de Internet (2011), cuyo título: "El Suelo Como Ecosistema", se define al suelo como un ecosistema porque está formado por seres bióticos como, microorganismos, lombrices o gusanos, etc. y por seres abióticos, como el agua, aire, minerales, etc. Por ello, existe un intercambio de materia y energía entre ambos organismos, cumpliendo con las funciones o nicho ecológico de todo ecosistema. Así pues, el suelo no es algo inerte, sino un ecosistema formado por factores abióticos y una comunidad de seres vivos rica y variada.

Zamorano (2011), menciona que uno de los recursos naturales menos reconocidos por la comunidad en general es el suelo. La generalidad considera este como un medio de producción y no como un ecosistema vivo. Por consiguiente, se trata de un recurso frágil que hay que conservar con las estrategias más acordes a su naturaleza biológica.

  1. Discusión
Dokuchaev, sentó las bases para el desarrollo de la edafología como ciencia, al entender al suelo como una formación orgánico-mineral, resultado de la acción combinada de los siguientes factores de formación: material parental (roca), clima, organismos vivos, relieve y tiempo. Si el suelo es la consecuencia de la acción de cinco factores de formación, principalmente del clima, organismos vivos y relieve, que interaccionan con la roca madre; del tiempo, sólo puede decirse, que no es un agente o factor externo a la roca que le da origen, sino que está en el propio objeto que se transforma. Es decir, el suelo es el resultado de la transformación cuantitativa y cualitativa de la roca por acción de los factores de formación. De ninguna manera se trata de un material inerte, se trata más bien de un material, cualitativamente diferente de la roca madre que le ha dado origen, específicamente de arcillas en su mayoría de naturaleza coloidal, así como de humus producido por medios biológicos, principalmente por los microorganismos que habitan en el suelo. Tanto las arcillas, como el humus son de naturaleza coloidal, que prácticamente se fusionan, para dar origen a un complejo orgánico-mineral muy activo, que interacciona, con los organismos, el agua y aire de los poros del suelo.

Está claro, que una cosa es que el suelo sirva de hábitat de macro y microorganismos; pero, considerarlo como un ecosistema, es negar los principios científicos establecidos por Dokuchaev.

  1. Conclusiones
Tanto la concepción tradicional como la agroecológica del suelo, se quedan en la esfera de la sensibilidad. No dan el salto cualitativo para pasar de la apariencia a la esencia del suelo.

Es necesario retomar los principios establecidos por Dokuchaev, y desarrollarlos para entender la esencia del suelo.

En medios ambientalistas, se concibe al suelo como un ecosistema.

El suelo no es ni un material inerte, ni un organismo vivo, más bien se trata de un complejo orgánico-mineral de naturaleza coloidal activa, que interacciona con los organismos vivos, el agua y el aire del medio poroso, definición que retoma los principios establecidos por Dokuchaev y los desarrolla.

  1. Bibliografía
Bohn, Hinrich L., Mcneal  Brian L. y O´ Connor A. 1993. Química del suelo. Editorial Limusa. México, D.F.
Fitzpatrick E. A. 1996. Introducción a la ciencia de los suelos. Editorial Trillas. México, D.F.
Foth H.D. y Turk L.M. 1981. Fundamentos de la ciencia del suelo. Editorial CECSA. México, D.F.
Gliessman Stephen R. 2002. Agroecología. CATIE. Turrialba, Costa Rica.
González Carcedo Salvador. 2007. Historia de la Ciencia del Suelo. El nacimiento de la moderna
Edafología. http://www.madrimasd.org/blogs/universo/2007/04/27/64513
Honorato Ricardo. 2000. Manual de Edafología. 4ª edición. Universidad Católica de Chile. Santiago de Chile.
Lampkin N. 1998. Agricultura Ecológica. Ediciones Mundi-Prensa. Madrid, España.
Navarro García G. 2000. Química agrícola. Mundi-Prensa. Mundi-Prensa. Madrid, España.
Plaster Edwad. 2000. La ciencia del suelo y su manejo. Editorial Paraninfo. Madrid, España.
Porta Casanellas J., López Acevedo M. y Roquero de Laburu J. 1999. Edafología para la agricultura y el medio ambiente. 2ª Edición. Mundi-Prensa. Madrid, España.
Ortiz Villanueva B. y Ortiz Solorio C. 1990. Edafología. UACH. Chapingo, edo. México.
Zamorano Verónica. 2011. El suelo como ecosistema vivo. http://www.elboyaldia.cl/noticia/sociedad/el-suelo-un-ecosistema-vivo.


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